MACEDONIO FERNÁNDEZ




















- Cuando la felicidad nos sale al paso nunca lleva el hábito con que nosotros pensábamos encontrarla.

- Tu capacidad de conocer la felicidad depende de tu capacidad para conocer el dolor.


Morir es sacarse el sobretodo.

El ojo lo ve todo, pero no puede verse.



Macedonio Fernández fue un escritor argentino, autor de novelas, cuentos, poemas, artículos periodísticos, ensayos filosóficos y textos de naturaleza inclasificable. Ha ejercido una gran influencia sobre la literatura argentina posterior. Su tono habitual era el del ánimo perplejo. Lo caracterizaba la veneración de Cervantes, una cierta divinidad, para él. Detestaba todo aparato erudito, que entendía como una manera de eludir el pensamiento personal. De esta manera su actividad mental era incesante. Vivía desinteresado de las críticas ajenas, de confirmaciones o refutaciones exteriores. Con desparpajo y no cuestionada generosidad, atribuía su propia inteligencia a todos los hombres. Poseía la veneración supersticiosa de todo lo argentino. Y ejecutaba, en grado eminente, el arte de la soledad, y de la inacción. Sin hacer absolutamente nada, era capaz de permanecer solo, por horas. Pensar -no escribir- era su devota tarea. Aunque también solía, en la soledad de su pieza, o en la turbulencia de un café, abarrotar cuartillas en caligrafía minuciosa. Empero, no le asignaba valor a su palabra escrita. Dos temores lo atravesaban: el del dolor y el de la muerte. Borges conjetura que para eludir este último postuló la metafísica inexistencia del yo. En lo que concierne a la literatura, le importaba menos que el pensamiento y la publicación le era más indiferente que la literatura. Así, su vocación fundamental era la contemplativa y la persecución del desciframiento del misterio filosófico del universo. En 1947, Macedonio se instala en la casa de su hijo Adolfo, donde residirá hasta su muerte.



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