THOMAS CARLYLE


- Una vez despertado el pensamiento no vuelve a dormitar.

Para disipar una duda, cualquiera que sea, se necesita una acción


Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate.

Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos.

De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.

Quien no puede guardar sus pensamientos dentro de sí, será incapaz de hacer grandes cosas.

Un gran hombre demuestra su grandeza por el modo en que trata a los que son o tienen menos que él

Hablar es el arte de sofocar e interrumpir el pensamiento.



 Thomas Carlyle   fue un historiador, crítico social y ensayista británico.  De familia estrictamente calvinista, estudió teología en la Universidad de Edimburgo con el deseo de transformarse en pastor, pero perdió la fe en una crisis que expuso en parte en su posterior novela Sartor Resartus, y abandonó esos estudios en 1814, aunque siempre siguieron vivos en él los valores que le inculcaron. En Londres escribió una exitosa Historia de la Revolución francesa (1837), estudio histórico basado en la opresión de indigentes que inspiró a Charles Dickens su Historia de dos ciudades. Luego publicó conferencias entre las que destacaLos héroes (1841), donde sostiene que el avance de la civilización se debe a los hechos de individuos excepcionales y no de las masas. Su concepto de la historia queda reflejado en obras como Cartas y discursos de Oliver Cromwell (1845) e Historia de Federico II de Prusia, que consta de 10 volúmenes escritos entre 1858 y 1865. Produjo también una autobiografía tituladaRecuerdos, que se publicó en 1881. Falleció en Londres el 5 de febrero de 1881. En obras de Ruskin y Dickens encontraremos gran influencia de este pensador. El pensamiento y las obras de Carlyle renovaron la escritura anglosajona; suele señalarse entre sus méritos indudables el haber conseguido que sus compatriotas se interesasen al fin por la literatura y la filosofía alemanas, que habían denostado tanto, y perdieran parte de sus prejuicios sobre las mismas.


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